Testimonio sobre el Desayuno Solidario
19 de febrero de 2020

Desde el Colegio Salesianas Majadahonda me invitaron a ser participe de un domingo distinto, fui al desayuno solidario, que no deja indiferente aquél que va.
Es sábado por la tarde. Vamos en el coche mi madre, mi hermano, mi primo y yo. Escuchamos canciones antiguas y nos damos cuenta de cómo ha pasado el tiempo, cómo hemos crecido.
Yo me lamento de que a pesar de que han pasado tantos años, veo que mi vida sigue igual, sin cambios. Mi hermano me corrige y me dice "ahora vives en tu casa"
Es domingo por la mañana. Mi prima Celia me invita y voy al desayuno solidario con el colegio Mª Auxiliadora. De lo primero que soy consciente es a qué personas voy a ver. Acto seguido pienso: "eres una malagradecida de la vida"
Estas personas no tienen más que su compañía (a pesar de estar solos, se cuidan unos a otros como una familia) y las prendas que llevan puestas. Viven en pobreza extrema, pero son ricos en gratitud, empatía y compañerismo. Primero está el prójimo y después están ellos. No existe el egoísmo entre ellos. Y es digno de admirar.
Puede sonar a tópico, pero hasta que no vives ciertas situaciones o convives un minuto con personas con algún tipo de dificultad, no eres consciente de que malgastas tu tiempo quejándote por nimiedades.
Vuelvo a casa con una cura de humildad, y por qué no decirlo, con cargo de conciencia y dolor en el corazón. A veces por muy buenas personas que creamos ser, siempre hay otra que te enseña a ser mejor, en solo cuestión de minutos. No hacen falta palabras, simplemente una mirada, o que te cojan la mano y te den un beso.
Da gracias, vive y disfruta, olvídate de los sinsentidos, de los falsos problemas, de los anhelos.
Apreciar lo que uno tiene significa dejar de vivir amargado y frustrado y ser capaz de valorar y disfrutar, de lo poco o mucho, que te rodea.
Fdo: Miriam Delgado


