El desayuno solidario deja huella
14 de mayo de 2017

El desayuno solidario de nuestro Colegio Salesianas Majadahonda no deja indiferente a quienes participan en él cada domingo. En esta ocasión os ofrecemos el precioso testimonio de una alumna del CES Don Bosco que actualmente está haciendo las prácticas de Magisterio en nuestro Centro.
El pasado domingo 6 de mayo, invitada por Sor Menchu, tuve la grata oportunidad de recorrer, junto a un pequeño grupo de voluntarios, diversas zonas próximas a la calle Príncipe Pío de Madrid, lugar de clase media, solamente para algunos.
Con mis propios ojos comprobé la penuria, desolación, hambruna, etc., de personas que sentadas en las aceras, sumamente agradecidas recogían un simple zumo, un caldo o unas galletas, productos amontonados en cualquiera de nuestras despensas o neveras, olvidándonos de su existencia, hasta que un buen día comprobamos su caducidad, siendo su destino final, la basura.
La gratificante experiencia vivida esa mañana, siempre la recordaré. No olvidaré la dulzura, caricias y el calor, que algunos componentes del grupo (salesianas, profesores y alumnos de 4º de ESO), con más experiencia en el voluntariado que yo, ofrecían a estas personas necesitadas de alimentos, pero también, de algo muy importante, cariño y comprensión.
En mi mente tengo grabada la expresión de un hombre con rostro triste, que anteriormente había sido empresario, llegando a perder todo lo que con esfuerzo había conseguido con el paso de los años; las palabras de ese toxicómano que manifestaba que su sustento era la droga, la que necesitaba más que la comida; ese sonriente indigente que reclamaba solamente la mitad de una taza de caldo, comentando que habría alguna otra persona más necesitada que él.
Un encuentro tras otro, una taza de caldo tras otra, una doliente historia tras otra? así discurrió esa hermosa mañana, en la que di mil gracias a Dios, por haber podido colaborar en esa satisfactoria tarea, por tener la fortuna de ser feliz, con una familia estructurada y sin las necesidades de esas personas, que posadas en las aceras dejaban correr los minutos, las horas y los días, esperando ese caldo, ese zumo, esas galletas, y sobre todo, el cariño y comprensión de los que formáis parte de ?desayunos solidarios? .
Cristina Domingo
Alumna en prácticas en el Centro


